De la Reactividad al Esencialismo:
Resistiendo la Corriente de Negatividad en las Redes Sociales
2/17/20242 min leer
My post content
Hace tiempo que vengo buscando distanciarme de las redes sociales. Encuentro en ellas un nivel de odio que me espanta, y me llama a alejarme. Cualquier cosa es motivo de discusión, lo cual no encuentro negativo porque creo plenamente en el intercambio de ideas, pero sucede que el motivo real no es discutir, sino destilar odio de manera despiadada y de una forma totalmente impune. Pero quien no sabe esto, no?
Mi reflexión empieza cuando hace unos meses empecé a cuestionarme acerca del uso que le quiero dar a las cosas diarias. De cuán útil, criterioso y proactivo puede ser con cada estímulo que generó. Simplemente al abrir los ojos, ¿cuál es la finalidad que quiero darle a ese día? a la primera persona que salude ¿que le quiero generar? Cuando abra las redes sociales, ¿Como quiero actuar? o más complejo ¿quién quiero ser? Hacerme esas preguntas desencadenó una serie de reacciones.
Ver y escuchar con más atención: empecé a detectar el interés real que cada creador de contenidos tiene. Me di cuenta que la mayoría de los contenidos buscan ser impactantes, llamativos, generar interacción. Esto me llevó a querer leer lo que las personas tenían para decir.
Leer analiticamente: qué opiniones tiene de un contenido corto que busca polémica. Quería interpretar con atención los mensajes, contar cuántas personas escuchan, empatizan, reflexionan y sobre todo si aportan. Y claramente descubrí que sí están, pero siempre al final, abandonados al fondo del hilo, sin likes, ni respuestas, sin importancia. Ahora el primer puesto casi siempre pertenece a quien más odio, xenofobia, homofobia, misoginia, aporofobia se animó a destilar. Darme cuenta de esto me hizo alienar un segundo y preguntarme ¿Qué hago acá dentro?
Deseo de huir: si los peores comentarios están en los primeros lugares es porque sin dudas es la misma comunidad de personas quienes le dan likes o comentan para estar arriba. me quería ir de esos lugares, no me representan ni me hacen bien. Pero también por otro lado me recordé que todo este camino inicio porque me pregunté: Cuán proactivo quiero ser.
Respirar, releer: de naturaleza soy una persona combativa, me tengo que morder la lengua para no decir las cosas y con los años he adquirido algunas herramientas para decidir qué batallas quiero dar y cuáles no. Entonces mientras mi cabeza me decía: “nos vamos a la mierda o empezamos a mandar a todos a la mierda ya”
¿Accionar o reaccionar?: La paradoja se presentó ante mí y me encontré en el siempre duro momento de elegir ser coherente o reaccionar sin pensar. El juego es simple, hay personas accionando y hay personas reaccionando, todos en la vida ocupamos ambos roles en diversos momentos. Pero el problema es cuando nos volvemos simples “reaccionadores”, facilitadores de los planes y los objetivos de otras personas. Como una pieza de dominó al medio de la fila, funcional a la caída iniciada por un dedo, evidencia final de la existencia de la gravedad.
Esencialismo como elección: El inconveniente con simplemente reaccionar es que no hay esencia detrás, es una simple acción existencial, demostrarme a mí mismo y a los demás que tengo una postura, que estoy acá, que existo. Personalmente, no quiero despertarme a simplemente existir. Quiero abrir los ojos y que mis pensamientos y emociones sean lo esencial a la hora de saludar a la gente.
Sus pensamientos son las luces titilantes en la oscuridad de este viaje solitario de escribir. Siéntanse libres de escribirme e intercambiar ideas.